Cómo elegirlos, cómo ser uno y por qué tu futuro puede depender de esa decisión.
Cuando decidí escribir sobre este tema, recordé al menos cinco clientes que llegaron a mi buscando ayuda, no para crecer… sino para salvar su negocio de un socio.
Sí, de esa persona que en un inicio parecía ideal: energía, visión compartida, ganas de crecer. Pero que con el tiempo se convirtió en un obstáculo, una fuente de conflicto o, peor, en alguien que no apareció más. Hablar de socios es hablar de relaciones humanas en su estado más complejo, pero dentro del terreno de las finanzas, la estrategia, el compromiso y, por supuesto, el ego.
🔴 Elegir por afinidad emocional, no por visión estratégica.
Un negocio no se trata de amistad. Se trata de una visión compartida, con roles, responsabilidades y compromiso escrito.
📉 El 65% de las sociedades fracasan por conflictos interpersonales o falta de acuerdos claros
(Harvard Business Review).
🔴 No firmar nada, “porque nos llevamos bien”.
La confianza es clave, pero los acuerdos existen para cuando las cosas dejan de ir bien.
📉 Según QuickBooks, 2 de cada 3 emprendedores nunca firman un acuerdo formal con su socio. Eso es una receta para el desastre.
⚠️ Cuando el acuerdo está firmado... pero no se cumple
Aquí es donde muchos se sorprenden: incluso cuando hay contratos y roles definidos, las cosas pueden salir mal. ¿Por qué?
Porque uno de los socios entra en desventaja emocional, económica o psicológica. He visto casos en los que, aunque todo estaba por escrito, uno de los socios no hace valer el contrato por miedo a perder al inversionista o a quedarse sin el proyecto. Y es ahí donde entra una de las frases que más repito en mentorías:
“El mejor socio no es quien tiene el capital. Es quien tiene visión, compromiso y coherencia.”
Pero la emoción, la presión por lanzar el negocio o la desesperación por conseguir financiamiento, llevan a muchos emprendedores a aceptar términos que no creen, no quieren o no podrán sostener. Firman, sí. Pero al poco tiempo, las decisiones empiezan a tomarse unilateralmente, las responsabilidades no se cumplen, y lo que era una sociedad se convierte en una relación tóxica, desequilibrada y dolorosa.
✅ Sé claro desde el día uno: en tus expectativas, tiempo, inversión, límites.
✅ Ten iniciativa. No esperes que el otro cargue con el peso del negocio.
✅ Aprende a discutir sin destruir. Si no pueden hablar de dinero, estrés o cambios… no pueden ser socios.
He trabajado con empresas que florecieron gracias a sociedades bien estructuradas. Pero también con otras que, después de años de desgaste, terminaron vendiendo, dividiendo o cerrando. Cuando trabajo con equipos fundadores, no solo hablo de Canvas o proyecciones. Me siento con ellos y pregunto:
👉 ¿Quién decide?
👉 ¿Qué pasará si uno quiere salir?
👉 ¿Han hablado del dinero?
👉 ¿Qué rol tiene cada uno?
👉 ¿Qué harías si tu socio deja de cumplir?
Este tipo de conversaciones salvan negocios antes de que se conviertan en ruinas.
🔁 Evalúa: ¿Están remando en la misma dirección?
🧩 Ajusta: pueden redefinir roles, buscar mediación externa, reestructurar la sociedad.
🔓 Sal: si ya no hay respeto, visión ni compromiso, a veces es mejor cerrar con dignidad que mantener una relación insostenible.
Formar una sociedad no es un acto de fe. Es una decisión empresarial que puede marcar el éxito o el fracaso de tu proyecto.
En otro artículo quiero hablarles sobre los distintos tipos de socios, sus roles, sus porqués y la importancia de entender esto antes de firmar cualquier papel. Porque no se trata solo de conseguir apoyo, sino de construir una relación de negocios saludable y estratégica.